Con la decisión en mis hombros, me di cuenta de que, en principio, podía elegir entre dos opciones: PODÍA TOMAR CUALQUIER CAMINO AL AZAR y recorrerlo hasta el final -alegrándome de mi buena suerte si resultaba ser un buen camino-. Caso contrario, lamentándome por haber malgastado una parte de mi vida -o podía, también-, aunque era evidentemente más trabajoso, tratar de descubrir antes de empezar cuál sería el mejor camino para mí. Planteado de esta manera, supe de inmediato que no querría confiar mi destino al azar.
Me senté en MI JARDÍN y pensé en los caminos buscando señales de lo que podía encontrar al recorrerlos.
El que primero me llamó la atención fue un camino que se abría a la izquierda. Era toda una invitación a lo gozoso. A lo lejos se escuchaban risas y exclamaciones de placer. Las numerosas huellas en la tierra suave indicaban que muchos de los caminantes que habían pasado por allí lo habían elegido rápidamente. EL AROMA DE LAS FLORES Y LOS COLORES DEL CIELO parecían augurar todo el gozo que se pudiera imaginar.
El camino que se abría un poco a mi derecha no era tan ostentoso, pero parecía el más holgado y prometedor. Adiviné que si lo tomaba tendría, por lo menos por un tiempo, acceso cómodo a todo lo que se puede comprar con dinero. Era de lo más tentador, pero el primero también lo era. Justo entonces noté que había en el cruce un único cartel. Tenía forma de flecha y señalaba el tercer camino. Decía simplemente "Éxito". Supe que si optaba por él podría tener acceso a todo el reconocimiento, la gloria o el aplauso que quisiera.
Un camino, bastante más a mi derecha, se escondía rápidamente detrás de una colina. Más allá, aparecía y desaparecía entre la espesura. Era un camino que planteaba muchísimas dudas, aunque no era motivo para descartarlo. Esa mezcla de curiosidad y temor me resultaba familiar. El tiempo pasaba y no acababa de decidirme: EL DESTINO se abría a mis pies. Era el camino de los que deciden por urgencia y no por convicción, así que lo descarté. Entonces recordé que había contado por lo menos seis caminos cuando llegué al cruce.
¿DÓNDE ESTABA EL ÚLTIMO? Nacía casi a mis espaldas, y era un sendero que a los pocos metros trepaba por una pequeña ladera que misteriosamente parecía hacerse más llana al avanzar hacia arriba. Este último sendero no ofrecía muchas pistas de adónde conducía y, sin embargo, algo de él me atraía más que los otros. Imaginé que empezaba a recorrerlo. Al poco tiempo de caminar, descubrí que el recorrido era tan maravilloso como sorprendente: PRISMAS DE COLORES, FLORES EXTRAÑAS Y ANIMALES QUE NUNCA HABÍA VISTO APARECÍAN ANTE MIS OJOS.
Sin querer me encontré pensando que a mis amigos, les hubiera encantado conocer un lugar así. Cerré mis ojos, y me di cuenta que ese camino elegido, era EL CAMINO DE LOS SUEÑOS.
De allí en adelante la cuesta se hacía otra vez más empinada, pero mis pies parecían volverse cada vez más ágiles y mi paso cada vez más seguro. LA FUERZA DE MIS SUEÑOS empujaba mi marcha y las vistas desde lo alto eran cada vez más hermosas.
"LA VIDA ES EL RECORRIDO DE UN CAMINO QUE CADA UNO ELIGE".
Escritora argentina.
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